El registro fotográfico y la recolección de especímenes (individuos) con fines de investigación es clave para la posterior identificación de las especies. Por ejemplo, dos ejemplares pueden ser muy similares a simple vista, pero significativas diferencias se manifiestan al ser observadas por un experto o bajo el microscopio.
Los registros o fotografías científicas pueden resultar, en primera instancia, no tan atractivas como las artísticas, pero el objetivo es de gran importancia: identificar a qué especie pertenece el ejemplar fotografiado.
Una vez encontrados, los recolectaremos para realizar el registro científico. La recolección de hongos debe ser siempre responsable y respetuosa con el medio ambiente: alteraremos lo menos posible el entorno. Si el hongo está en el suelo, cavaremos en su base cuidadosamente sin dañarlo, no se arranca con fuerza. Una vez que se saque completamente, se rellena el suelo o se acomoda el musgo o hojarasca. Si el hongo está sobre un tronco, tratar de extraer la mayor longitud sin dañar el tronco.
Un registro con fines científicos consiste en una fotografía y un ejemplar conservado. Las fotografías en fresco tienen un gran valor para su descripción e identificación.
dealmente los ejemplares recolectados deberían pasar a formar parte de una colección de hongos. Esto es, un respaldo de cada uno de los registro, para futuros análisis o revisiones. Si bien las fotografías son, en sí mismas, extraordinariamente valiosas para la identificación, el ejemplar conservado agrega valor científico al registro.
El cultivo artesanal de hongos puede dividirse fundamentalmente en 4 etapas básicas: (1) preparación del sustrato; (2) siembra del hongo (previamente es necesario preparar el inóculo); (3) incubación (crecimiento del micelio) y (3) fructificación y cosecha.
La importancia de los hongos en la alimentación humana reside en su valor dietético (alto contenido de agua y bajo aporte de calorías y grasas), elevado contenido de proteínas (de 20-40% del peso seco) y el aporte significativo de vitaminas, minerales y antioxidantes, lo cual los sitúa como un alimento por sobre la mayoría de los vegetales, frutas y verduras (Wani 2010). Sin embargo, la composición nutricional de los hongos puede variar dentro de la misma especie, debido a las diferencias en la variedad, sustrato, técnicas de cultivo, madurez de la cosecha, etapas de desarrollo del hongo y frescura de la muestra (Barros et al., 2008).
Además de tener un alto valor gastronómico asociado a su buen sabor y textura suave, algunos hongos también son reconocidos por tener diferentes propiedades medicinales y ser efectivos para el tratamiento de la obesidad y diabetes, mejorar el funcionamiento del sistema inmunológico (que nos protege de infecciones), reducir el colesterol y ser útil en el tratamiento de algunos tipos de tumores cancerígenos (Cheung 2010, Martel 2017). Los hongos también poseen características antibacterianas, antifúngicas, antioxidantes y antivirales, lo cual se ha traducido en el desarrollo de productos nutracéuticos y farmacéuticos que los utilizan como materia prima. Actualmente existen diferentes productos a base de hongos que se comercializan en tabletas o cápsulas y que son utilizados como suplemento dietario o con propósitos terapéuticos, que sirven tanto para la prevención como para el tratamiento de algunas enfermedades (France 2008).